Ser empresario, como ser autónomo, implica una serie de pagos al estado. Los impuestos que las empresas deben pagar religiosamente, son algo que a nivel general, desconocemos. No reparamos en lo que supone para los empresarios y los costes que conlleva. A nivel particular poca importancia puede parecer tener, aunque la tiene puesto que, de esos costes que tenga la empresa, dependen los precios que marcan. Además, si te estas planteando emprender y crear tu propia empresa, tienes que estar al corriente de todo lo que tienes que pagar en lo relativo a los impuestos.
Tanto si tienes la empresa ya en marcha, como si la intención es crearla, tienes que estar al día en los impuestos que toca abonar. Esto puede cambiar de un día para otro o mantenerse en el tiempo, según le venga al gobierno, por lo que mantenerse actualizado, es indispensable. Las obligaciones con Hacienda son varias y, en según qué casos, difieren en función de la comunidad autónoma.
Cumplir con el pago de estos impuestos, hace que la empresa sea legal y viable. Dentro de la tributación, se encuentran los impuestos indirectos, los directos y los que dependen de la ubicación y la actividad económica que desarrolle. De manera que, es fundamental conocer todos los tributos y obligaciones fiscales asociadas a la empresa. Como decimos, una correcta y adecuada gestión de los mismos, asegura el cumplimiento con la fiscalidad y optimiza la cargar tributaria de cada empresa.
Nuestro país, puede presumir de disponer de un sistema tributario de lo más diverso y complejo, en el que las empresas, han de enfrentarse al pago de diferentes tipos de impuestos. La clasificación general, define impuestos directos e indirectos, una estructura fiscal que garantiza la recaudación de los ingresos necesarios para que el Estado, funcione.
Directos e indirectos
Ya hemos señalado que existen dos grandes grupos de impuestos: directos e indirectos. Para entender a qué se refiere cada tipo de tributación, hemos consultado con los profesionales en financiación empresarial de Work Capital, por lo que podemos decir que, los impuestos directos, gravan la posesión o generación de riqueza (lo que tienen en caja o ingresado); en tanto que los impuestos indirectos, gravan el consumo (el uso que se hace con el dinero generado).
Aparte de los impuestos directos e indirectos, existen otras tres clasificaciones relacionadas con la distribución y organización territorial: estatales, autonómicos y locales.
Dentro de los impuestos estatales, encontramos el impuesto sobre actividades económicas (IAE), el impuesto sobre sociedades (IS) y el impuesto sobre el valor añadido (IVA). En cuanto a los impuestos autonómicos, pudiendo conocerlos a través de la página del Ministerio de Hacienda. Los tributos locales son impuestos, tasas y contribuciones.
Ahora que conocemos las diferentes categorías de impuestos, podemos hablar de los impuestos que gravan a las empresas:
- Impuestos directos estatales: impuesto de la renta sobre las personas físicas o IRPF para autónomos e impuesto sobre sociedades.
- Impuestos indirectos estatales: IVA, aduanas e impuestos especiales de gestión estatal.
- Impuestos directos de las comunidades autónomas: impuestos sobre sucesiones y donaciones.
- Impuestos indirectos de las comunidades autónomas: impuesto sobre transmisiones y actos jurídicos documentados, impuestos especiales de gestión autonómica.
- Impuestos directos locales: impuesto sobre actividades económicas (IAE), impuestos sobre bienes inmuebles (IBI), impuestos sobre vehículos de tracción mecánica (IVTM), impuesto sobre construcciones y obras.
- Impuestos indirectos locales: impuesto sobre el incremento de valor de bienes de naturaleza urbana, tasas y licencias.
Los impuestos directos
Se trata de los impuestos que gravan la renta de las empresas y personas físicas que generan ingresos. Afectan de forma directa a los beneficios que obtienen una empresa o persona física y entre ellos, los principales son:
- Impuesto sobre sociedades, un tributo que grava los beneficios que obtiene la sociedad o entidad jurídica que corresponda. La tasa general consiste en un veinticinco por cien, existiendo tipos reducidos como el quince para nuevas empresas, durante sus dos primeros años de vida. Este impuesto se presenta mediante el modelos 200 y de forma anual, siendo los pagos fraccionados trimestralmente.
- IRPF para autónomos y empresarios individuales. Este impuesto es progresivo, el tipo de interés a aplicar, aumenta en función de los ingresos. Los autónomos deben realizar liquidaciones trimestrales con el modelo 130 en caso de estimación directa o el 131, cuando se trata de estimación objetiva. La declaración anual se realiza con el modelo 100.
- Impuesto sobre la renta de no residentes. Se trata de un impuesto que se aplica a aquellas personas o entidades que no cuentan con residencia fiscal en España, pero generan ingresos en el país. Se tributa sobre las rentas obtenidas, por lo que es esencial para quienes realizan alguna actividad económica o inversión dentro del territorio español.
Los impuestos indirectos
Como ya hemos comentando, este tipo de impuestos se aplican sobre el consumo de bienes y servicios. Las empresas recaudan estos impuestos cuando se realizan las ventas y se consignan cuando se realiza la declaración fiscal correspondiente. Entre ellos, encontramos el IVA, siendo el impuesto más relevante para las empresas. Deben presentar el modelo 303 de forma trimestral y liquidarlo. Requiere restar el IVA soportados en las compras de repercutido en las ventas, con lo que se obtiene como resultado, el importe a liquidar.
Otros impuestos indirectos, en este caso de carácter especial y medioambiental, son el impuesto especial sobre hidrocarburos, el impuesto sobre la electricidad y el impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica. Se trata de unos impuestos específicos aplicados a sectores muy concretos, lo que deja muy claras las políticas fiscales relacionadas con la sostenibilidad y el medioambiente.
Impuestos estatales, locales y autonómicos
Nuestro sistema tributario es de lo más completo. Se caracteriza por la coexistencia de impuestos estatales, autonómicos y locales, cada uno de ellos con sus propias particularidades. Así, no te libras de pagar por todo lo que hagas.
Los impuestos estatales son los impuestos que gestiona la Agencia Tributaria, aplicándose de forma homogénea dentro de todo el territorio español. Lo que incluye esencialmente el impuesto sobre sociedades y el IVA.
Sobre los impuestos autonómicos, como ya hemos comentado, cada comunidad autónoma cuenta con autonomía para establecer sus propios impuestos, por lo que la variación en la carga tributaria puede ser bastante notable.
El archiconocido IBI, es uno de los impuestos locales. En este caso se aplica a la titularidad de los bienes inmuebles como pueden ser los locales comerciales y oficinas. Lo gestiona cada ayuntamiento y el importa es variable, según la ubicación y el valor catastral de cada inmueble.
Plazos y sanciones
Presentar cada modelo de impuestos dentro de su plazo establecido es fundamental. Cumplir con el calendario fiscal es algo que las empresas no pueden ni deben eludir, puesto que implica sanciones. Aunque los calendarios fiscales son de carácter anual, hay que cumplir de forma trimestral con diversas obligaciones. En el supuesto de no presentar los impuestos correspondientes dentro de su plazo, las multas e intereses de demora, harán su acto de aparición.
No cumplir con las obligaciones fiscales, puede provocar una grave repercusión a nivel empresarial. Las sanciones que se pueden poner, varía a razón del tipo de incumplimiento, puesto que no es lo mismo, no presentar que no pagar. Veamos cuales son las represalias:
- Multas por no presentar o presentar el modelo tributario correspondiente, fuera de plazo.
- Intereses de mora sumados a la cantidad adeudada por impago en tiempo y forma.
- Inspecciones fiscales que pueden agravar la situación tributaria de la empresa.
Lo cual nos indica que conviene mantener una buena gestión de las obligaciones fiscales que correspondan en cada caso, puesto que es fundamental a la hora de evitar los problemas con el fisco, lo que es lo mismo, la administración tributaria.
De cara al próximo año, las empresas deben contar con estrategias adecuadas. Dentro de un entorno empresarial que se encuentra en continua evolución, la gestión y el control fiscal, son cruciales para que las empresas tengan éxito y no tengan problemas. Contar con las estrategias adecuadas es algo que se vuelve imprescindible a la hora de afrontar los desafíos normativos y tecnológicos que se van a presentar.
El marco normativo fiscal ha experimentado cambios sustanciales que afectan directamente a las empresas, aunque se entiende que dichos cambios, pretenden mejorar la transparencia empresarial y la equidad en lo que a tributación respecta. Estas novedades implican modificaciones en las deducciones fiscales, ajustes en los tipos impositivos aplicables a ciertos sectores y la implementación de nuevas obligaciones de reportes fiscal, aumentando el control sobre la evasión tributaria.
Por lo tanto, las empresas deben mantenerse al corriente de todos los cambios que se lleven a cabo, de manera que puedan adaptar su planificación fiscal y evitar las posibles sanciones. El impacto que pueden tener estas actualizaciones, puede ser considerable y afectar de forma directa a la carga tributaria y, en consecuencia a la competitividad.
En su favor, las empresas cuentan con las herramientas digitales y la tecnología más vanguardista para poder llevar a cabo la gestión de su fiscalidad de forma más sencilla y cómoda. Las soluciones disponibles, ayudan en gran medida a simplificar la gestión que, debido a su complejidad, no resulta fácil.